La educación en línea desde casa suena muy bien: en pijama, sin atascos, sin colas, sin perder el tiempo de un lado para otro, simplemente sentándonos en nuestro escritorio, incluso en el sofá o en la cama, y ¡listo! Con mucho más tiempo libre para otras tareas, y en menos tiempo que en un curso presencial, tendremos nuestro diploma, máster o grado.
En España hay seis universidades de carácter no presencial, aunque muchas otras van incorporando cada vez más oferta formativa en línea, adaptándose a las necesidades del alumnado.
Pero aunque estudiar por internet tiene muchísimas ventajas (fundamentalmente económicas y de ahorro de tiempo y transporte), también tiene sus dificultades. Las principales tienen que ver con lograr en el domicilio un lugar silencioso, adecuado para estudiar y concentrarse, y saber imponerse una disciplina de manera autónoma.
En casa no tenemos distractores externos, pero sí internos, desde la televisión al bricolaje, pasando por una imprevista pero necesaria y prioritaria limpieza del baño: cualquier propuesta nos vale a la hora de procrastinar, aunque esto no sea exclusivo de la enseñanza en línea.
Si a esto añadimos que el estudiante que decide matricularse en una carrera o curso por internet lo hace porque tiene otras obligaciones en su vida, el reto de llegar a todo, y mantener la motivación y la disciplina de trabajo, es todavía más grande.
La experiencia de estudiar por internet puede representar un reto en lo que se refiere a vivirlo en solitario, sin referencias o iguales, especialmente teniendo en cuenta que las vivencias más comunes durante la infancia y la adolescencia suelen ser en grupo y con una supervisión más directa del profesorado.
Por eso, aunque tengamos muy claros nuestra motivación y objetivos, es muy necesario tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
Hay que recordar que nuestras circunstancias no son las mismas que tienen los estudiantes de universidades presenciales y, probablemente, también sean muy diferentes a las que nosotros vivimos durante experiencias educativas previas. Por lo tanto, el grado de exigencia debe variar cuando nos formamos por internet: no podemos pretender llevar el mismo ritmo que cuando nuestra única preocupación u ocupación eran los estudios. Seamos conscientes y no nos fustiguemos. Nuestras prioridades han cambiado, es la vida.
Igualmente, es fundamental evitar las comparaciones con otros compañeros y compañeras. Como se acaba de comentar, cada contexto es diferente y puede distar muchísimo uno de otro. No podemos pretender tener el mismo nivel de dedicación o de entrega que otras personas de las que desconocemos totalmente sus circunstancias particulares.
En este sentido, la paciencia y la perseverancia nos darán el apoyo necesario: puede que no todo nos salga a la primera, de hecho será lo más normal, por eso debemos ser constantes y no perder de vista por qué decidimos ponernos a estudiar. Mantener ese objetivo siempre presente nos podrá ayudar en los momentos bajos, que llegarán.
Pero, finalmente, el esfuerzo dará sus frutos. No hay que olvidar el gran mérito que tiene lo que estamos haciendo. Como siempre le digo a mis estudiantes: debéis estar muy orgullosos de vosotros mismos. ¡Adelante!
Este artículo se ha publicado en The Conversation.
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