Qué es la ciberresiliencia y por qué será clave con la nueva Ley europea

14/05/2025 | Santander Universidades

En 2024, los ciberataques alcanzaron cifras históricas: se registró una media de 1.876 ataques semanales a nivel global, lo que representa un incremento del 75 % respecto al año anterior. En España, el 59 % de las empresas anticipan una brecha cibernética en 2025, y un 41 % ya ha sufrido una en los últimos seis meses.

Ante este escenario de amenazas constantes y cada vez más sofisticadas, no es suficiente adoptar medidas defensivas. Y es que la pregunta ha dejado de ser si ocurrirá un ciberataque, sino cuándo. 

En este contexto, surge el concepto de ciberresiliencia, una estrategia clave que permite a las organizaciones no solo prevenir ataques, sino también resistirlos y recuperarse con eficacia.

¿Qué es la ciberresiliencia? 

La ciberresiliencia es la capacidad de una organización para anticipar, resistir, recuperarse y adaptarse a condiciones adversas, ataques o compromisos en sistemas que contienen información. Es decir, va más allá de las medidas preventivas tradicionales, ya que abarca todo el ciclo de vida de la seguridad.

Este concepto reconoce una realidad fundamental del entorno digital actual: no todos los ataques pueden prevenirse. Por este motivo, la ciberresiliencia se enfoca en minimizar el impacto de los incidentes y garantizar la continuidad de las operaciones críticas. Para lograrlo se apoya en los siguientes pilares esenciales:

  • Prevención: aplicación de medidas proactivas como firewalls avanzados, arquitecturas Zero Trust y segmentación de redes para reducir las vulnerabilidades del sistema.

  • Detección: implementación de sistemas de monitoreo continuo y alertas tempranas que permiten identificar amenazas de forma oportuna antes de que escalen.

  • Respuesta: definición de protocolos y procedimientos claros para actuar con rapidez y coordinación ante incidentes de seguridad.

  • Recuperación: desarrollo de planes y recursos que permitan restablecer los sistemas afectados y recuperar los datos para minimizar el impacto operativo y económico.

  • Adaptación: análisis de los incidentes ocurridos para extraer aprendizajes, ajustar estrategias y fortalecer la postura de seguridad a largo plazo.

Diferencias entre ciberseguridad y ciberresiliencia

Aunque están relacionadas, la ciberseguridad y la ciberresiliencia representan enfoques distintos para abordar los riesgos digitales. A continuación, vamos a analizar las diferencias entre ambos modelos. 

Ciberseguridad

La ciberseguridad comprende las tecnologías, procesos y prácticas diseñados para proteger redes, dispositivos, programas y datos de ataques, daños o accesos no autorizados. Este enfoque es, sobre todo, preventivo y sigue el modelo clásico de "defensa en profundidad".

Sin embargo, este modelo tradicional presenta las siguientes limitaciones en el contexto actual:

  • Visión parcial: se centra en defender perímetros que hoy en día son cada vez más difusos debido a la digitalización y al trabajo híbrido.

  • Enfoque reactivo: suele responder a amenazas conocidas, lo que reduce su capacidad de anticiparse a ataques nuevos.

  • Falta de integración: en muchas organizaciones, la seguridad opera como un área aislada, desconectada del resto de la estrategia empresarial.

Ciberresiliencia

Por otro lado, la ciberresiliencia adopta una perspectiva holística que reconoce la inevitabilidad de algunos incidentes y se orienta hacia la capacidad de mantener operaciones críticas a pesar de ellos. Para lograrlo, se apoya en las siguientes estrategias:

  • Redundancia: duplicación de sistemas críticos para evitar que un único fallo detenga la actividad.

  • Diversidad: uso de diferentes tecnologías y enfoques que reduzcan la vulnerabilidad a fallos generalizados.

  • Adaptabilidad: capacidad de ajustar procesos y recursos en tiempo real ante un ataque o disrupción.

  • Coordinación: integración de la seguridad en todos los niveles de la organización, desde el operativo hasta el estratégico.

En este sentido, este enfoque no reemplaza a la ciberseguridad, sino que la complementa y amplía. Y es que mientras la ciberseguridad se pregunta "¿cómo evitamos ser atacados?", la ciberresiliencia plantea "cuando seamos atacados, ¿cómo seguiremos funcionando?".

mujer en un entorno de ciberresiliencia

La importancia de la ciberresiliencia en el actual contexto digital

En 2024, los ciberataques en España batieron récords históricos, con ataques cada vez más precisos gracias a la IA. En este contexto, la mitad de los directivos de TI de nuestro país considera que sus empresas están demasiado centradas en la prevención, dejando de lado aspectos clave como la respuesta y la recuperación.

Y es que, en un entorno en el que los ataques no solo son probables, sino inevitables, la ciberresiliencia se posiciona como un elemento esencial para la continuidad operativa y la supervivencia empresarial.

A continuación, exploramos los beneficios que aporta su implementación y los riesgos de no contar con una estrategia resiliente.

Beneficios estratégicos de implementar la ciberresiliencia

Desarrollar capacidades de ciberresiliencia aporta ventajas tangibles para las organizaciones. Aquí destacamos las más significativas:

  • Reducción del tiempo de inactividad: las empresas con programas de ciberresiliencia maduros logran reducir el tiempo de recuperación tras incidentes.

  • Protección de activos críticos: más allá de los datos personales, se protege la propiedad intelectual y otros recursos clave para el negocio.

  • Cumplimiento normativo: facilita el alineamiento con legislaciones de seguridad cada vez más exigentes, tanto a nivel nacional como internacional.

  • Ventaja competitiva: la capacidad de garantizar la continuidad del servicio y la protección de los datos refuerza la confianza de clientes, socios e inversores.

Riesgos de no contar con una estrategia de ciberresiliencia

Las organizaciones que carecen de un enfoque resiliente se exponen a múltiples vulnerabilidades, entre las que destacan:

  • Mayor impacto de los incidentes: el coste medio de recuperación para empresas sin programas de ciberresiliencia es superior al de aquellas que los han implementado.

  • Recuperación prolongada o inviable: sin planes adecuados, el tiempo medio para restaurar operaciones críticas puede extenderse a semanas o incluso meses.

  • Daño reputacional persistente: los consumidores reconocen que evitaría hacer negocios con organizaciones que han sufrido brechas de seguridad recientes.

La Ley de Ciberresiliencia Europea (CRA): nuevo marco regulatorio

La Ley de Ciberresiliencia Europea (Cyber Resilience Act o CRA) es una iniciativa legislativa presentada por la Comisión Europea en 2022 y aprobada en 2024 que busca fortalecer la seguridad de productos y servicios digitales en todo el mercado europeo. Este marco legislativo tiene los siguientes objetivos principales:

  • Garantizar que los productos con componentes digitales comercializados en la UE sean seguros.

  • Proporcionar a los consumidores información adecuada sobre la seguridad de los productos que adquieren.

  • Establecer un marco coherente que facilite el cumplimiento para los desarrolladores y fabricantes.

La CRA se aplicará a cualquier producto con elementos digitales que esté conectado, de forma directa o indirecta, a otro dispositivo o red. Sin embargo, contempla algunas excepciones, como el software de código abierto no comercial o los dispositivos médicos regulados por normativas específicas.

La implementación de esta normativa será progresiva hasta su plena entrada en vigor en 2027 en todos los Estados miembros de la UE.

Obligaciones y requisitos clave de la CRA

La ley establece nuevas exigencias para fabricantes, importadores y distribuidores de productos digitales. Entre los requisitos principales se incluyen los siguientes:

  • Evaluación de riesgos obligatoria: los fabricantes deben realizar análisis sistemáticos de vulnerabilidades antes de comercializar sus productos.

  • Seguridad por diseño: implementación de medidas de seguridad desde las primeras fases del desarrollo.

  • Actualización y soporte: obligación de proporcionar actualizaciones de seguridad durante un período mínimo, que varía según la categoría del producto.

  • Notificación de vulnerabilidades: establecimiento de procesos para comunicar y gestionar fallos de seguridad descubiertos.

Para productos considerados críticos, se establecen requisitos adicionales, como certificaciones por terceros y evaluaciones de conformidad más rigurosas.

ciberresiliencia en el mundo digital

Implementación práctica de la ciberresiliencia en tu organización

Desarrollar capacidades de ciberresiliencia requiere un enfoque estructurado y adaptado a las características específicas de cada organización. A continuación, ofrecemos una guía que puede servir como punto de partida para diseñar una estrategia integral que combine tecnología, procesos y personas para hacer frente a los desafíos del entorno digital.

Pasos clave para desarrollar una estrategia de ciberresiliencia

La ciberresiliencia no debe verse como responsabilidad exclusiva del departamento de TI. Al contrario, esta exige un enfoque transversal que involucre a todas las áreas de la organización: recursos humanos, operaciones, finanzas y dirección estratégica. Teniendo esto en cuenta, aquí te presentamos los pasos para una implementación efectiva:

  1. Realizar una evaluación inicial y un análisis de brechas. La primera fase es evaluar el nivel actual de madurez en ciberresiliencia. Esto puede realizarse mediante marcos establecidos, como el Cyber Resilience Review (CRR) del Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. o el Marco de Ciberresiliencia del Foro Económico Mundial. Este análisis te permitirá detectar vulnerabilidades, activos críticos y capacidades existentes.

  2. Diseñar un plan de ciberresiliencia adaptado. Una vez que sea analizado el estado actual de la empresa, define una estrategia personalizada en función de los riesgos detectados. Para ello, establece objetivos específicos de resiliencia para cada función crítica y utiliza indicadores como el tiempo objetivo de recuperación (RTO) y el punto objetivo de recuperación (RPO) para asegurar una respuesta adecuada ante incidentes.

  3. Aplicar la estrategia por fases y prioridades. Implementa el plan de forma gradual, comenzando por los procesos más críticos para el negocio. Esta priorización permite optimizar recursos y concentrar esfuerzos donde más impacto tendrá la resiliencia.

  4. Establecer una arquitectura Zero Trust. Incorpora la filosofía de “nunca confiar, siempre verificar”. Esto implica los siguientes aspectos:

    • Verificación continua de todos los usuarios y dispositivos.

    • Microsegmentación de redes.

    • Concesión de accesos basados en el principio de mínimo privilegio.

  5. Implementar una estrategia de copias de seguridad robusta. El enfoque 3-2-1 sigue siendo una práctica recomendada:

    • 3 copias de los datos críticos,

    • en 2 tipos de medios diferentes,

    • con 1 copia almacenada fuera de las instalaciones (offsite).

  6. Ofrecer formación continua al personal. Recuerda que el factor humano sigue siendo uno de los eslabones más vulnerables ante los ataques. Por este motivo, desarrolla programas de capacitación periódicos sobre buenas prácticas de ciberseguridad. 

  7. Llevar a cabo pruebas periódicas y aplicar mejoras continuas. Ejecuta simulacros y ejercicios para evaluar la eficacia del plan. Las empresas que realizan evaluaciones de riesgo trimestrales reducen la probabilidad de sufrir incidentes graves. Estas pruebas deben permitir identificar activos prioritarios, amenazas plausibles y oportunidades de mejora en los sistemas y procedimientos.

Tecnologías y herramientas que potencian la ciberresiliencia

Para construir una estrategia de ciberresiliencia eficaz, es fundamental apoyarse en tecnologías avanzadas que refuercen las capacidades de prevención, detección, respuesta y recuperación. A continuación, destacamos algunas de las soluciones más relevantes:

  • Plataformas de detección y respuesta extendidas (XDR). Proporcionan visibilidad unificada a través de múltiples capas de seguridad, lo que facilita la detección temprana de amenazas.

  • Orquestación, automatización y respuesta de seguridad (SOAR). Automatizan respuestas predefinidas ante determinados tipos de incidentes. De esta forma, se reduce el tiempo de reacción.

  • Soluciones de backup inmutable. Garantizan la disponibilidad de copias de seguridad no modificables, incluso ante ataques de ransomware sofisticados.

  • Análisis de comportamiento de usuarios y entidades (UEBA). Identifican patrones anómalos que podrían indicar compromisos de seguridad.

  • Inteligencia artificial y machine learning. Estas tecnologías permiten anticiparse a amenazas mediante la detección de anomalías que los sistemas tradicionales podrían pasar por alto, mejorando la capacidad predictiva y adaptativa.

Sin embargo, es importante recordar que la tecnología, por sí sola, no es suficiente para garantizar la ciberresiliencia. Y es que debe estar integrada en un enfoque más amplio que combine procesos bien definidos y personal capacitado para responder con agilidad ante cualquier incidente.

aplicar la ciberresiliencia en tu negocio

El valor estratégico de la ciberresiliencia

El cambio de paradigma desde la prevención pura hacia la capacidad de absorber impactos y mantener operaciones críticas representa una evolución necesaria en nuestra forma de abordar la seguridad digital. 

Sin embargo, la ciberresiliencia no es un estado final, sino un proceso continuo de adaptación y mejora. Y es que, en un contexto de transformación digital acelerada, la capacidad de recuperarse y aprender de los incidentes será determinante para el éxito y la supervivencia de las organizaciones.

En este sentido, desarrollar un enfoque resiliente exige mucho más que tecnología: requiere procesos sólidos y, sobre todo, profesionales preparados. Por este motivo, invertir en la mejora de competencias técnicas y estratégicas en ciberseguridad es clave tanto para construir organizaciones más seguras como para adaptar tu perfil profesional al escenario tecnológico actual.

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Fuentes

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